Padrazos del mundo animal. Rompiendo esquemas
El día del padre se suele dedicar a los padres humanos, pero existen muchísimas especies y muchísimos tipos de padres. En este artículo vamos a descubrir algunos padres del reino animal que rompen con todos los tópicos sobre la paternidad masculina a los que estamos acostumbrados, siendo ellos los que, de una u otra forma, se encargan más de su prole que sus pares femeninas.
Padres protectores de nidos ajenos
En el caso de los machos de la abeja Ceratina nigrolabiata, un tipo de abejas que no viven en colmena, estos se quedan vigilando el nido que ha hecho la hembra mientras ella busca alimento para sus larvas. Lo más curioso es que, en el mejor de los casos, solo un 10% de las larvas del nido son suyas, ya que la hembra se aparea con distintos machos. ¿En qué les beneficia esto? En que mientras protegen a las larvas, tienen la oportunidad de estar cerca de la madre y quizá llegar a aparearse. De lo contrario, es posible que ni una larvita fuera suya.

Hembra de Ceratina nigrolabiata «pidiendo permiso» a un macho guardián para entrar al nido y otro macho volando en busca de nidos sin vigilancia. Autor: Michael Mikát
Padres solidarios
Los machos de cucal negro (Centropus grillii) se encargan de incubar los huevos y criar a los polluelos de la hembra que se los ha asignado. Como en el caso anterior, los huevos pueden ser tanto suyos como de otros padres, ya que la hembra puede haberse apareado hasta con 5 machos. Mientras los machos incuban y crían a los polluelos, pierden entre un 17 y un 48% del tiempo que podrían emplear para aparearse con otras hembras. Tienen una descendencia reducida, pero no parece importarles e incluso se hacen cargo de polluelos de nidos abandonados o que se han quedado huérfanos. Las hembras construyen un nido por cada macho con el que se han emparejado, reparten los huevos entre los diferentes nidos y ellas (más grandes y fuertes) pasan a ser las guardianas de la zona, peleándose con quien haga falta para proteger a padres e hijos.

Padres taxistas
Una vez se aparea, el sapo partero macho (Alytes obstetricans) enreda entre sus patas traseras el cordón de huevos fertilizados por él que le cede la hembra. Después, la hembra sigue su camino y el macho tiene que transportar los huevos enredados durante aproximadamente un mes, momento en el que los huevos eclosionan mientras él se da un baño nocturno en alguna charca que ha escogido para la ocasión y se libera de sus pequeños renacuajos. Hacer de taxista le acarrea perder agilidad para la caza y convertirse en una presa fácil, ya que los huevos tienen un color amarillento llamativo para los depredadores. Sus huevos son gelatinosos y sin cáscara, así que se cree que tanta molestia es para asegurarse de que cada cierto tiempo reciben suficiente humedad. Si se dejasen a su suerte en una charca cualquiera y esta se secara, podrían morir fácilmente.
Algo similar ocurre con algunas especies de chinche gigante acuática, como Abedus herberti. La hembra pega los huevos sobre las alas de los machos, lo que les impide volar, dificulta la caza y favorece que sean más capturados por la fauna terrestre, ya que tienen que pasar más tiempo cerca de la superficie de las charcas para que los huevos reciban suficiente oxígeno del agua. Dependiendo de la especie, el macho puede llegar a pasar hasta un mes en esa situación. Finalmente, los huevos eclosionan y puede desentenderse de las larvas, ya que saben apañárselas solas en el agua. Como en el caso anterior, sin ese sacrificio es probable que los huevos no llegasen a eclosionar.

Padres incubadora
En algunas especies de bagre, una vez se fertilizan los huevos, el macho se los mete en la cavidad bucal y no come hasta que los pequeños son suficientemente mayores para buscar comida por sí solos. Puede llegar a pasar hasta dos meses así y se ha visto que los alevines son capaces de volver a la boca del padre en caso de peligro. La incubación bucal es muy beneficiosa para la supervivencia de los huevos al no estar a la intemperie. La pueden llevar a cabo tanto hembras como machos, pero dependiendo de la especie, macho y hembra comparten la custodia de sus hijos o solo la tiene uno de ellos.

Otro caso a medio camino entre el anterior padre y el caso muy conocido de los caballitos de mar que se “embarazan”, es el de la ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii). Una vez fertilizados los huevos, los machos los vigilan durante dos semanas y, cuando empiezan a moverse por estar muy desarrollados, se los traga antes de que eclosionen, guardándolos en un saco bucal (una ampliación de la boca). Los renacuajos se desarrollan ahí dentro de 6 a 8 semanas, alimentándose con una sustancia nutritiva que segrega el macho. Finalmente, hacen la metamorfosis y se convierten en mini ranas que el macho “vomita” para dejar que se independicen. La ranita de Darwin es la única especie capaz de llevar a cabo este tipo de estrategia reproductiva.
Los padres más sacrificados
Los padres de pingüino emperador son de los que peor lo pasan, pero todo sea para proteger a sus huevos. Cuando la madre pone el huevo, lo transfiere al padre y se va al mar para alimentarse y recuperar fuerzas. Al no hacer nido, el padre pone el huevo sobre sus patas para evitar que toque la superficie helada de la Antártida y lo cubre con su abdomen para mantenerlo calentito. Este padrazo puede llegar a estar algo más de dos meses sin comer y casi inmóvil hasta que vuelve la hembra y los dos pueden hacerse cargo del polluelo, que suele nacer al poco. Si la hembra tarda más de la cuenta en volver, el padre es capaz de regurgitar una sustancia de aspecto similar a la leche cuajada para alimentar a su hijo. En este proceso, aunque duerma la mayoría del tiempo para ahorrar energía, el macho puede llegar a perder hasta la mitad de su peso. Por suerte, no pasa todo el tiempo solo, ya que estos pingüinos viven en colonia y los machos incubadores forman grupos en los que se acurrucan para mantener el calor y se turnan para estar en el centro.
Padres considerados
Dentro de los mamíferos también encontramos algunos ejemplos de padrazos, como es el caso de los titís cobrizos (Plecturocebus cupreus). Después del parto, la hembra queda exhausta, así que mientras se recupera, el macho carga con la cría en su espalda y solo se la acerca a la madre cuando tiene que mamar. Además, también son los encargados de educar a sus hijos y jugar con ellos. Por otro lado, aunque la madre no se ocupe tanto de las crías, siempre busca la cercanía del macho y acaban formando parejas monógamas durante muchos años. Los monos búho también tienen un comportamiento similar.

Hay muchos más ejemplos de padrazos en el reino animal y todos sacrifican alguna cosa para que sus hijos biológicos o adoptivos salgan adelante, igual que los padres humanos. Debemos agradecerles muchísimo, así que si podéis, ¡id corriendo a felicitar a vuestros padres!
Felicidades, papá. Este artículo va por ti, que entre muchas otras cosas, me dejaste descubrir y acercarme sin miedo a los animales y su maravilloso mundo.
Bibliografía
Agencia Sinc. 2020. ¿Qué une a las parejas? Los titís cobrizos lo saben
Asturnatura. Alytes obstetricans (Laurenti, 1768)
BBC News. 2012. Peligra en Chile la única especie de anfibio donde los machos se preñan
Europa Press. Los monos búho son genéticamente monógamos
Langley L. 2018. Meet the Single Dads of the Animal World. National Geographic
Mikát M., Janošík L., Černá K., Matoušková E., Hadrava J., Bureš V., & Straka J. 2019. Polyandrous bee provides extended offspring care biparentally as an alternative to monandry based eusociality. Proceedings of the National Academy of Sciences. 116 (13) 6238-6243 https://www.pnas.org/content/116/13/6238
Safari I., Goymann W., & Kokko H. 2019. Male-only care and cuckoldry in black coucals: does parenting hamper sex life? Proceedings of the Royal Society B. Volume 286, Issue 1900
Wikipedia: Aptenodytes forsteri